Coge una chaqueta

Es cierto eso que dicen que al final y en algún momento de tu vida, debes enfrentarte a tus miedos.
El más grande que yo tenía era tener que decirte adiós.

El día empezó pronto, tal vez porque la noche no había sido muy larga y el temor a que el teléfono sonara era una enorme mancha que lo ensombrecía todo. El impacto de verte y no reconocerte sacudió cada uno de los músculos de mi cuerpo, activando así todas las alarmas.
Te cepillé el pelo y fui en busca de tu habitual "Heno de Pravia", me ocupé de tus uñas y bromeé sobre el color fosforito que iba a utilizar para ellas, cambié los vendajes de esa herida tan fea que tenías en el pie, y mojé tus labios con una gasa húmeda.
Con un corazón cada vez más encogido por el miedo de la tormenta que se avecinaba, te dejé tapadita y dormida y prometí volver al día siguiente.
Un teléfono me anunció lo que nunca hubiese querido escuchar, una frase que no se como empezaba pero que jamás olvidaré como terminaba.
Mi cuerpo deslizándose hacia un frío suelo.
Mis manos en la cara.
Mis lágrimas brotando salvajes y dignas.
Mi corazón arañándome el pecho.

Alrededor de una mesa grande y blanca se vierten anécdotas, lágrimas y sonrisas.
¿Recuerdas lo mucho que llegamos a viajar?..La víspera estabas alterada, emocionada, y preocupada por si yo no llevaba suficiente ropa de abrigo, aunque estuviésemos en junio, era imprescindible llevar un chaqueta, eso me lo enseñaste tú, y ahora soy yo la que lo hace siempre, la que les dice a los demás que la cojan. Lo orgullosa que me presentabas a todas tus compañeras septuagenarias diciéndoles eso de "Es mi nieta la mayor y siempre me acompaña en los viajes porque yo no veo muy bien", yo sacaba pecho y sonreía, y las abuelas elogiaban mi labor.
Debo confesarte que viajar contigo fue un honor y un privilegio, de ti aprendí lo que nada ni nadie puede enseñarte, de ti me quedo con todo, mi corazón está lleno de todas las cosas bonitas que me has ayudado a tener, y de todas las que me has enseñado a llorar, de lo grande de tu ser, de tu coraje, de tu valía, porque yo sin ti no hubiese sido la misma persona, y porque sólo tú supiste ver cuando los demás tan solo miraban.
Creíste en mi antes de que lo hiciera yo.
Creíste en una vida que nunca te trató bien.
Creíste en la capacidad de las sonrisas.
Creíste en la magia de las tazas de manzanilla.

No tuvo que ser nada fácil nacer mujer en el año 22, tampoco crecer sin madre, tampoco que tu padre no te tratara bien, menos fácil pagar el pato de todo lo que un hermano hacía, y mucho menos fácil conocer al amor de tu vida, y que muriera en una guerra absurda dejándote sola y con un bebé de pocos meses.
No, nada de eso tuvo que ser fácil.
Un día dejaste de llorar y empezaste a luchar y continuaste haciéndolo hasta que la vida llegó al final de tu trayecto, hasta que una madrugada tibia de un bello 15 de junio tu corazón, dejó de latir.

Estoy convencida de que te habrás puesto muy nerviosa en este día de reencuentros, volver a ver a quienes dejaste ir tantos años atrás, aquí todos llorando y tú poniéndote al día con los de allá arriba, con cava y pastas, como si te viera.
Estarán tan orgullosos de ti, abuela.

Tu vida fue un regalo para nosotros.
Tu vida será digna de narrar.
Tu vida lo más grande de la mía.
Tu vida y la mía, a veces una peli de terror.
Tu vida en la mía, la mejor solución.

Volveré a verte, se que eso será así, hasta que eso suceda te prometo lo que siempre te prometí, no rendirme nunca, no dejar jamás de sonreír, ayudar a todo el que me lo pida, aprender una receta nueva cada semana, no desistir si las cosas no salen bien, no aferrarse a lo que sale mal, no utilizarlo como excusa ni pretexto, no creerme con inmunidad porque la vida me golpee duramente, no mirar atrás, pensar en mi felicidad antes de la de quien tenga al lado, ser autosuficiente, viajar, y coger siempre una chaqueta.
Habrás visto que tienes a dos peludas negras pegadas a tus pies, ellas te cuidarán, ahora, todos te cuidarán a ti, porque llega la reina para que el cielo brille más y mejor, llega la más grande, llega una mujer que es mi orgullo y admiración.
Hasta siempre abuela, hazme una señal en las noches de luna llena y saldré a tomar el aire contigo.
Buen viaje, te amo con todo mi corazón, ah, y no olvides coger una chaqueta.








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